La gestión del personal o recursos humano, como acostumbramos a llamarla, debería transformarse en gestión de personas, capacidades, competencias y habilidades, técnicas y meta-competencias. Porque el activo principal de una organización del conocimiento o científica o que aprende, como queramos llamarla son sus profesionales y el conocimiento que aportan.
Actualmente se está maltratando a los profesionales de muchas maneras y a pesar de que el voluntarismo nos ha traído hasta aquí sin demasiado detrimento de la calidad asistencial (bueno, por ser suave), el voluntarismo tiene un recorrido muy corto y las personas que trabajan en un hospital merecen respeto a su dignidad y a su vida privada.
Por otro lado deben establecerse mecanismos estrictos de control para evitar abusos como los que se producen muchas veces por parte de profesionales que compatibilizan la actividad privada y la pública en detrimento siempre de esta última.
Los sindicatos deberían jugar un papel importante en esta transición pero como defensores de los trabajadores y aladiles de la sostenibilidad de la «empresa» que a veces parecen olvidar entre medias de la letra de las leyes la necesidad de mantener abierta la empresa, no debemos llevar al SNS a un punto de no retorno porque no podemos dejar desatendida a la población. Y, cuando digo desatendida doy por hecho atendida con dignidad, excelencia técnica, la mejor calidad posible y seguridad óptima. No podemos conformarnos con dar cualquier asistencia porque tratamos con un bien preferente público que impacta en el Derecho a la protección de la salud, principio rector de la Constitución Española.
Hay por tanto que agilizar los contratos, desfuncionarizar muchos de los puestos pero con contratos leales y duraderos que aporten a los profesionales una estabilidad profesional que les permita tener una vida familiar digna y tranquila.
Las OPE no tienen demasiado sentido ya. Es un mecanismo trasnochado de selección de personal. La evaluación continua y la evaluación de competencias, capacidades y habilidades anual, así como la evaluación del cumplimiento de objetivos anual, son herramientas válidas empleadas en otros sistemas de salud.
Lamentablemente habría que agilizar también la posibilidad del despido si un trabajador no cumple de forma recurrente y por motivos no justificables.
Por tanto hay que desarrollar un buen gobierno de todas estas cosas que evite de un lado la endogamia y de otro los despidos arbitrarios por razones personales. Existen múltiples sistemas de control que se podrían usar.
Es curioso reflexionar cómo las supuestas evaluaciones objetivas para evitar la endogamia no sólo no han logrado evitarla sino que han generado una circuito perverso de corrupción en las OPE que favorecen siempre a los candidatos «de dentro». Y quizá el error no esté tanto en intentar contratar al de «dentro» sino en hacerlo sin aportar garantías de su desempeño de calidad. Habría que poner cortapisas, por ejemplo, no creo que sea bueno que un residente siga con solución de continuidad en el mismo centro porque creo que hay que hacer un reciclaje y conocer sitios distintos tras la residencia. Pero es que esto sucede actualmente, acaban encontrando la forma de que se queden
Siento no ser más esquemática y clara.
